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Ensayo sobre la fe

Asociación de las Mujeres Jóvenes de Spanish Fork

Spanish Fork, Territorio de Utah

20 de septiembre de 1879


El 20 de septiembre 1879, Mary Tyndale Baxter Ferguson (1826–1909) se dirigió a las mujeres jóvenes de Spanish Fork, Territorio de Utah, a unos ochenta kilómetros (cincuenta millas) al sur de Salt Lake City, sobre los temas de la fe y las obras. Las experiencias de Ferguson revelaban su fe y su compromiso con Dios a pesar de los desafíos de la vida. Nació en Glasgow, Escocia, y quedó huérfana a temprana edad1. Ferguson fue criada por una niñera asalariada de nombre Agnes Reid, hacia quien desarrolló una profunda afinidad; no supo que era adoptada sino hasta años después. Asistió a la escuela hasta los dieciséis años de edad, y luego trabajó en una fábrica de seda y en una fábrica de telares de vapor2. Creció con principios religiosos; Reid “le enseñó a leer la Biblia, a temer a Dios y a llevar una buena vida virtuosa”, y Ferguson llegó a ser activa en diversos grupos religiosos3. Después de conocer a los misioneros mormones a través de su hermana en el otoño de 1845, Ferguson se mostró inquieta y resuelta a investigar la Biblia para descubrir la autenticidad de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días4. Cuanto más estudiaba, más se convencía. Se bautizó en octubre de 1846 y registró que, como resultado, “todos mis amigos me abandonaron, y mi buen nombre fue desdeñado como sinónimo de mal por la causa del Evangelio”5.

En una conferencia de la Iglesia en Escocia, Ferguson conoció a John Baxter, con quien se casó en 1849. Vivieron con la familia de él, donde Ferguson cuidaba de su madre y sus hermanos enfermos. Ella cuidó de su esposo en su precaria salud, resultado de años de trabajo en una mina de carbón. Con la esperanza de mejorar su situación en Estados Unidos, la familia emigró en 1851. Permanecieron dos años en St. Louis mientras reunían el dinero para cruzar las planicies hacia Utah. Poco después de su llegada al Valle del Lago Salado en septiembre de 1853, su esposo se desanimó por el clima (que no le era familiar) y los escasos recursos en Utah, y se fue a California dejando a Ferguson a cargo de la manutención de sus dos hijos que quedaban vivos6. Baxter regresó un año después, y la familia se trasladó al condado de Utah, donde vivieron en Spanish Fork y Goshen y tuvieron otros cinco hijos. Baxter murió en 1869, después de años de enfermedad7.

Según el obituario de Ferguson, “ella pasó muchas dificultades para criar y cuidar de una familia con tantos niños pequeños, pero el Señor escuchó su lamento y la bendijo, y fortaleció sus hombros para que sobrellevaran la pesada carga”8. En 1874, cinco años después de la muerte de su esposo, contrajo matrimonio con Andrew Ferguson, un amigo de Escocia que la había bautizado y también había oficiado en su primer matrimonio con Baxter en 18499.

Ferguson prestaba servicio en la Iglesia al mismo tiempo que trabajaba como enfermera y partera para mantener a su familia10. El mismo año del fallecimiento de su primer esposo, ella fue tesorera de la Sociedad de Socorro de Goshen. En 1873 se convirtió en maestra visitante, una responsabilidad que en aquella época se asignaba a un pequeño número de mujeres en cada barrio. Las actas de la Sociedad de Socorro de Goshen registran sus donaciones de patatas, carne y lana; sus oraciones de apertura y clausura y las palabras que pronunció en varias ocasiones. El 6 de julio de 1871 dijo: “Era bueno ser obediente en todas las cosas pertenecientes a Cristo, porque era manso y humilde, y amaba bendecir al enfermo y al pobre. Ella esperaba que sus pasos y su conducta fueran los de la vida de un santo”11. Después de casarse de nuevo y trasladarse con su familia a Spanish Fork, Ferguson prestó servicio varios años como presidenta de la Sociedad de Socorro allí. Las mujeres de la época asistían a menudo a las reuniones de varias organizaciones. La Sociedad de Socorro y la Asociación de Mejoramiento Mutuo de las Mujeres Jóvenes (YLMIA, por sus siglas en inglés) de Spanish Fork con frecuencia se daban informes entre sí, por lo que no era extraño que Ferguson visitara una reunión de la YLMIA y dirigiera la palabra en ella12.

Ya que la fe es el primer principio del Evangelio, es necesario que nos preguntemos ¿qué es la fe? Las Escrituras nos dicen que “la fe es la certeza de las cosas que se esperan, la evidencia de las cosas que no se ven13; por ejemplo, si yo les dijera que yendo a cierto lugar podrían conseguir una pieza de oro o una perla de gran belleza, y entonces van y la encuentran, ustedes manifiestan su fe por sus obras14. Así es cuando obedecemos el Evangelio: recibimos ciertas bendiciones. Pero si decimos que creemos y no obedecemos, nuestra fe es vana. Es como el cuerpo sin el espíritu: muerto. Esta fe viva, mis jóvenes hermanas, fue lo que hizo que sus padres y madres obedecieran el Evangelio en sus países y hogares de origen. En medio del desprecio y la persecución, por la fe dejaron sus hogares y a sus familias, y todo lo que les era de estima, y se embarcaron en el imponente océano, azotados por las ondas y las olas durante semanas y meses, lejos de tierra a la vista, mareados y cansados, pero confiando en que el brazo de Jehová con certeza los conduciría a un lugar de descanso. Muchos de ellos nunca habían experimentado las pruebas y las privaciones de la vida, y dejaron amigos llorosos, abstraídos por el dolor, que no tenían fe y no comprendían los propósitos de Dios15. Por la fe cruzaron las planicies con la lenta y fatigosa marcha de los bueyes, y aun con la más fatigosa marcha de los carros de mano. Piensen en ello, mis jóvenes hermanas: sus padres y sus madres viajando más de mil seiscientos kilómetros (mil millas) tirando de un carro de mano, con sus raciones y lechos, utensilios para cocinar, prendas de vestir, etc., muchos de ellos con niños pequeños; vadeando ríos que les llegaban hasta la cintura, afanándose a lo largo de kilómetros de pesada arena, y en la noche, junto al fuego del campamento, resonando sus cantos de alabanza a Dios, porque los principios de fe estaban plantados en su corazón16. Ellos tenían la certeza de las cosas que no se ven; por la fe llegaron a estos valles, que entonces no eran los ricos y fértiles valles que ven ahora. Por la fe suavizaron la árida tierra estéril, y mediante las bendiciones de Dios lograron que el desierto floreciera como la rosa17. Puede que de nosotros se diga en las generaciones futuras aun como fue dicho de Moisés: golpearon la tierra y brotó en abundancia; pero ha requerido años de ardua labor, una labor que actualmente da testimonio de la resolución de quienes pasaron por ello.

No tengo tiempo de hablarles de las pruebas a nuestra fe que supusieron los grillos, los saltamontes, las sequías, las inundaciones, y también la persecución de nuestros enemigos. Pero en general somos un pueblo extremadamente bendecido y feliz; y mediante la fe tratamos de crecer y aumentar y expandirnos hasta que, al igual que Abraham de antaño, nuestro aumento no tenga fin18.

Ahora, mis queridas jóvenes amigas, no deben pensar que porque nosotros hayamos hecho tanto ustedes no tienen nada que hacer; ustedes han de extenderse. No piensen que los hijos de Sion van a caber en el territorio de Utah. Ustedes tendrán que establecer nuevas colonias.

Son nuestros jóvenes, a medida que sean llamados, los que han de dejar a sus padres y madres, porque las estacas de Sion deben fortalecerse, y sus cuerdas alargarse19. “Danos lugar donde podamos morar, claman en alta voz los hijos de Sion”20. Las Escrituras se están cumpliendo ante nuestros ojos; los inicuos temen que les quitemos su nombre y su nación, pero las profecías se deben cumplir, aunque la tierra y el infierno se atrevan a oponerse.

Por tanto, luchen seriamente por la fe que se ha otorgado en estos últimos días a sus padres, para que por la fe ustedes sean capaces de ayudar a llevar a cabo los propósitos de Jehová; y que la vivificante influencia del Espíritu de Dios descanse sobre los hijos de Sion, y sea como fuego vivo en ellos, produciendo mucho fruto para rectitud. Entonces podrán decir con el poeta:

En peligro, en pruebas y aflicciones,

con los nobles de antaño tuvimos porción,

para unirnos a ellos en el festín de la verdad

una vez acabado el gran conflicto del error21.

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Ensayo sobre la fe, En el Púlpito, accessed 19 de abril de 2024 https://www.churchhistorianspress.org/at-the-pulpit/part-1/chapter-16