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Nuestra misión

Asociaciones de Mejoramiento Mutuo de los Hombres Jóvenes y las Mujeres Jóvenes del Barrio Once de Salt Lake City

Salt Lake City, Territorio de Utah

Enero de 1879


Mary Ann Freeze

Mary Ann Freeze. Aproximadamente década de 1880. Freeze se unió a la Mesa Directiva General de la Asociación de Mejoramiento Mutuo de las Mujeres Jóvenes en 1898. Trabajó en el Templo de Salt Lake así como en el Centro de información de la Manzana del Templo. También participó en el Club Femenino de Prensa de Utah. Fotografía por Fox y Symons. (Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City).

En enero de 1879, Mary Ann Burnham Freeze (1845–1912) habló en una reunión combinada de Mujeres Jóvenes y Hombres Jóvenes del Barrio Once de Salt Lake City con un mensaje concreto: Cada persona es de valor y tiene un propósito. La experiencia ayudó a Freeze a componer su propia misión en la vida. Su padre, James Burnham, murió solo cuatro días antes de que ella naciera en Nauvoo, Illinois. Su tenaz madre, Mary A. Huntly Burnham, trabajó seis años para financiar el viaje a través de las planicies, y luego llevó a sus hijos a Bountiful, Territorio de Utah. Freeze escribió sobre su juventud: “Por causa de la extrema pobreza, los días de mi juventud no fueron tan felices como podrían haber sido, pero desde entonces he pensado muchas veces que haberme criado en la necesidad y la soledad fue absolutamente para mi bien; que fue un medio para mantenerme humilde, de modo que el espíritu bueno hallase un receptáculo en mi corazón, y despertase mi deseo de buscar la verdad y de aprender las cosas de Dios”1.

A lo largo de su vida, Freeze trabajó con los jóvenes en el ámbito familiar, profesional y eclesiástico2. Fue maestra de escuela en Richmond, Territorio de Utah, y se casó con el director, James Freeze, en 1863, a los diecisiete años de edad. La Asociación de Mejoramiento Mutuo de las Mujeres Jóvenes (YLMIA, por sus siglas en inglés) del Barrio Once se organizó bajo la dirección de Zina D. H. Young el 18 de octubre de 1871, con la intención de promover la actividad en la Iglesia entre los jóvenes Santos de los Últimos Días. A los veintiséis años, Freeze fue nombrada presidenta. En la primera reunión confesó: “Esto es algo nuevo para mí; sin embargo deseo avanzar y aceptar todo llamado. Al hablar, adquirimos confianza y mejoramos nuestro léxico; también surgen nuevas ideas cuando hablamos. Esforcémonos por traer a más jovencitas a nuestras reuniones. Como dice la hermana Eliza R. Snow, reduzcamos nuestra ignorancia y ayudémonos unas a otras a vencer nuestras faltas. Al consolar a otras personas, no solo les hacemos bien, sino que también nosotros recibimos consuelo, y este principio nos parecerá más hermoso y sencillo3. Susa Young Gates más adelante describió la YLMIA del Barrio Once como “una de las mejores organizaciones de la ciudad, y de las más fuertes”4.

En 1878, Freeze fue nombrada presidenta de la primera YLMIA de estaca5. Ella comentó que, junto con sus consejeras, “hemos visitado las asociaciones siempre que nos ha sido posible, hemos disfrutado del espíritu de nuestra misión y sentimos la seguridad de haber sido instrumentos en las manos de Dios para hacer mucho bien”6. Para cuando dio el siguiente discurso en enero de 1879, había ganado confianza en su función de líder de la juventud. Años más tarde, Freeze prestó servicio en la Mesa Directiva General de la YLMIA. Elmina S. Taylor, Presidenta General de la YLMIA, dijo de Freeze: “Cuando ella visita [a las mujeres jóvenes], lleva consigo el Espíritu de Dios, y el espíritu de humildad, y el espíritu de amor. Ella habla a las muchachas de sus deberes, inspira en ellas el deseo de servir a Dios y, como Sus siervas, de tratar de mejorar día a día”7.

Mis jóvenes hermanos y hermanas, todos fuimos enviados aquí, a la tierra, con un propósito, y todos tenemos una misión que cumplir. Es el deber de cada uno de nosotros comprender esa misión. Muchos de nuestros grandes hombres nos han dicho que los espíritus más nobles fueron reservados para venir en estos nuestros días por causa de la grande e imponente obra que se ha de efectuar de preparar la segunda venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo8. Me pregunto cuántos de nosotros nos damos cuenta de que el nuestro es uno de esos espíritus nobles, y si alguna vez nos preguntamos: “¿Estamos honrando nuestro cuerpo y esforzándonos por sujetarlo a ese puro y noble espíritu que en él habita, el cual siempre inspira actos de virtud y santidad, y nos advierte cuando sentimos el impulso de hacer el mal o elegir lo incorrecto?”. ¡Cuán henchido de gratitud a Dios debería estar nuestro corazón por haber reservado para nosotros este gran privilegio que muchos de nuestros antepasados anhelaron disfrutar pero les fue negado!

¡Qué poco conscientes éramos de estas grandes verdades del Evangelio hasta que se instituyeron estas organizaciones para el crecimiento y el desarrollo de los jóvenes!9. Ahora comenzamos a saber quiénes somos, de dónde vinimos y cuál será nuestro destino futuro si somos fieles a Dios y obedecemos todos Sus mandamientos; y no pensemos por un momento que podemos hacer demasiado bien en el poco tiempo que pasaremos aquí, porque solo mediante la máxima diligencia de nuestra parte podremos ganar un lugar en el Reino Celestial10. No solo debemos ser capaces de decir: “No le hemos hecho daño a nadie”, sino que debemos poder decir: “Hemos hecho todo lo que estaba a nuestro alcance por impulsar y adelantar la Sion de Dios sobre la tierra, siendo prestos en toda buena palabra y obra”. Asistamos fielmente a todas nuestras reuniones, y procuremos recibir conocimiento de toda fuente disponible, porque el conocimiento es poder, y cuanto más poseamos, más capaces seremos de ayudar en la gran obra de los últimos días.

Todos deseamos ser buenos y útiles; así pues, llevemos nuestros buenos deseos a la práctica, porque hacerlo está en nuestras manos. Es probable que antes de venir aquí hiciésemos convenio con nuestro Padre Celestial de ser activos en la causa de la rectitud si nos concedía el grande e inestimable privilegio de tener un cuerpo sobre la tierra; porque podíamos ver cuán grandes eran las bendiciones que recibiríamos así, las cuales no podríamos obtener de ningún otro modo. Ahora no podemos ver como podíamos entonces, pero tenemos el santo Evangelio para conducirnos y guiarnos a toda verdad, y para enseñarnos de vez en cuando nuestro deber. También somos bendecidos con el sacerdocio viviente, mediante el cual podemos recibir la palabra de Dios, de modo que no andemos a tientas, como en tinieblas. Estas asociaciones fueron organizadas por medio del sacerdocio viviente, y por lo tanto vienen del cielo; y cualquier hombre o mujer joven que asista fielmente a estas reuniones, participando a medida que sean llamados por quienes presiden, avanzarán a paso de gigante, sabrán cuál es su misión, y llegarán a ser grandes y poderosos pilares en la Iglesia de Dios sobre la tierra; y finalmente serán coronados en la presencia de Dios y el Cordero, mientras que aquellos que no tomen parte, o tomando parte eludan su deber, también cosecharán los frutos de sus obras en la carne, y recibirán solo lo que merezcan en justicia. La oración de esta hermana suya es que quienes estamos aquí esta tarde nos vistamos de toda la armadura de rectitud11 y luchemos con valor para vencer el pecado y establecer un reinado de paz sobre la tierra; y que podamos recibir toda la gloria que seamos capaces de disfrutar.

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Nuestra misión, En el Púlpito, accessed 19 de abril de 2024 https://www.churchhistorianspress.org/at-the-pulpit/part-1/chapter-15