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Oración

Asociación de Sufragio de la Mujer en Utah

Salón de Asambleas, Manzana del Templo, Salt Lake City, Territorio de Utah

7 de octubre de 1889


Elvira S. Barney

Elvira S. Barney. Aproximadamente década de 1880. La hermana Barney ejerció la obstetricia y la medicina en Utah. Ella estaba profundamente comprometida con la causa de los derechos de la mujer y de la libertad religiosa. En una reunión multitudinaria que tuvo lugar en Salt Lake City el 6 de marzo de 1886, dijo: “Oh, si mi voz pudiera llegar a los oídos de aquellos que, en los Estados Unidos, están desinformados o mal informados. Les pediría que escuchasen el testimonio de las diez mil esposas y madres de Utah que tienen familias grandes, inteligentes y amorosas de hijos bellos y puros”. (Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City).

Elvira Stevens Woodbury Huntington Barney (1832–1909) ofreció la primera oración en una reunión de la Asociación de Sufragio de la Mujer en Utah, una oración previamente escrita que más tarde se imprimió en el periódico Woman’s Exponent. Sus palabras son una muestra de la manera en que las mujeres participaban públicamente en el discurso teológico y hacían que trascendiera el papel de las mujeres en la sociedad.

La oración que pronunció la hermana Barney en forma de sermón pone de manifiesto una vida de atenta reflexión y participación. Hija de un comerciante y una maestra, nació en Gerry, Nueva York. La familia se convirtió a la Iglesia en 1844 y se mudó a Nauvoo, Illinois. Poco después de llegar, su padre murió a causa de una breve enfermedad en 1844, y su madre falleció tres meses después, supuestamente a causa del agotamiento1. Elvira atravesó las planicies con su hermana mayor, Jane, y la familia de esta, y llegó a Utah en 18482. Dos años más tarde contrajo matrimonio con John Woodbury, y juntos sirvieron una misión entre 1851 y 1856 en las islas Sándwich (actualmente conocidas como Hawái), junto a un grupo que incluía a la hermana de Barney y a su excuñado3. Tras divorciarse de Woodbury se casó con Oliver Huntington el 28 de diciembre de 1856; ellos también se divorciaron4. Luego la hermana Barney contrajo matrimonio plural con Royal Barney Jr. el 6 de enero de 1866 en Salt Lake City5.

La hermana Barney siguió los pasos de su madre como maestra de escuela, primero en Winter Quarters y mientras atravesaban las llanuras, luego en California, antes y después de su misión, y más tarde en Utah6. Asistió a la Universidad de Deseret (actualmente Universidad de Utah) en Salt Lake City, y al Wheaton College en Illinois, entre 1864 y 1866; estudió medicina en el este de los Estados Unidos y luego regresó a Utah para impartir cursos de medicina a las mujeres jóvenes7. Ella mostró tener el talento de su padre para los negocios en su labor con el movimiento de producción en el hogar, las tiendas cooperativas de mujeres y el almacenamiento de grano, todo lo cual estaba estrechamente relacionado con la Sociedad de Socorro8.

La hermana Barney se dedicó activamente a causas políticas, como los derechos de la mujer y el sufragio femenino. El 12 de febrero de 1870, la Asamblea Legislativa del Territorio de Utah concedió el sufragio a las mujeres de Utah, siguiendo el precedente establecido en Wyoming el año anterior. En respuesta a la amenaza de legislación federal que limitara los derechos al voto de las mujeres mormonas por causa de la poligamia, la hermana Barney habló en una reunión multitudinaria el 6 de marzo de 1886. A pesar de las protestas, al año siguiente el gobierno federal rescindió el voto de las mujeres de Utah. En 1889, las mujeres de Utah organizaron la Asociación de Sufragio de la Mujer en Utah, una organización vinculada a la Asociación Nacional de Sufragio de la Mujer que Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony habían fundado dos décadas antes9. En los años que siguieron se organizaron diecinueve asociaciones locales de sufragio por todos los condados del Territorio de Utah, con representantes que se reunían a menudo para coordinar esfuerzos10. La organización territorial se reunió en el Salón de Asambleas en Salt Lake City el 7 de octubre de 188911. Se había invitado a los delegados de cada asociación de la región, y oradores prominentes como James E. Talmage, Charles W. Penrose, Zina D. H. Young y Lula Greene Richards pronunciaron discursos12.

La Asociación de Sufragio de la Mujer en Utah estaba abierta a “todas las mujeres, sin importar su afiliación política o religiosa ni su credo”13. La asociación territorial y varias asociaciones locales tenían capellanes, lo cual les permitía introducir el componente religioso en una organización secular14. Sarah M. Kimball fue la primera persona que apareció en la capellanía de la asociación territorial el 11 de abril de 1889, pero el 19 de julio de 1889 la hermana Barney ocupó ese puesto15. La responsabilidad que se le dio como “ministro” le permitió dedicarse a la función pastoral, guiando a mujeres tanto mormonas como no mormonas en la oración a Dios de una manera aconfesional en busca de Su ayuda en pos del sufragio de las mujeres.

Oh, Dios, el Eterno, el Padre de los cielos y la tierra, en el nombre de Tu Hijo, Jesucristo, nosotros, una pequeña porción de la familia humana, nos congregamos bajo este techo con un propósito particular, y te rogamos que inspires tanto a los oradores como a la audiencia con una porción de Tu celestial influencia divina para que el resultado de nuestra asamblea sea el bien, y podamos aprender y prepararnos para la tempestad o la calma, para la guerra o la paz, para la prosperidad o la adversidad. Nos has bendecido en nuestra juventud, hasta ahora has estado con nosotros en todo el camino de la vida, y te rogamos que no nos olvides en los años de nuestro ocaso.

Hiciste que la tierra fuera creada, y del caos la formaste. Hiciste que la tierra produjera vegetación, y que los animales y el ser humano que creaste pudieran subsistir en ella y morar sobre su faz; y ahora te imploramos que bendigas la tierra para que siga produciendo vegetación, y hagas que el rocío de los cielos descienda, y las lluvias en su estación16. Te pedimos que temples el clima en bien de la humanidad y de toda creación animal, a fin de que sintamos deseos de alabar Tu santo nombre porque vive el hombre. Te pedimos a Ti, el Gran Eterno, que ordenes a los relámpagos, los terremotos y los elementos que se manifiesten para el bien de toda creación vegetal y animal17.

Oramos por los débiles, oramos por los afligidos, y oramos por los fuertes, para que estén dispuestos a ayudar a llevar las cargas de los débiles18. Oramos para que, en Tu propio tiempo y a Tu propia manera, ablandes el corazón de los inicuos y los inmorales, para que Tu gracia se extienda y cubra toda la tierra como con dosel, a fin de que no haya pecado ni iniquidad, y triunfe la rectitud. Te pedimos que estés con los gobernantes del país para que Tu voz llegue a sus oídos en las cámaras de consejo, de modo que teman dictar leyes injustas19 y contemplen la posibilidad de mejorar y regenerar aquellas que ya existen, para que las quejas de este pueblo no asciendan a Ti por causa de la opresión20. Rogamos que ablandes el corazón de los inflexibles, a fin de que los medios de los que dispone el hombre puedan utilizarse para toda la humanidad; que no se olviden de su benefactor, sino que siempre doblen la rodilla en humilde reverencia ante Ti21.

Suplicamos que estés con la mujer, como has estado con el hombre, para fortalecerla donde ella es débil y así pueda ayudar en la defensa de la verdad y la rectitud; y que donde se escuche su voz por toda la vasta superficie de la tierra, esta llegue al corazón de los que son honestos, y pueda ella servir para alisar las arrugas de leyes injustas tal como hace y ha hecho con las almohadas bajo las doloridas cabezas de Tus soldados y siervos22. Te rogamos que bendigas a Tus siervas aquí, en este pequeño rincón en los valles de las montañas, para que podamos realizar actos nobles y grandes que se comparen con la grandeza de las montañas que nos rodean.

Escúchanos, oh, Padre, en esta ocasión, y acepta nuestra humilde ofrenda, porque nos dedicamos nosotros mismos, nuestra reunión y nuestra causa a Ti, pidiendo perdón por nuestros pecados, en el nombre de Jesús. Amén.

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Oración, En el Púlpito, accessed 25 de abril de 2024 https://www.churchhistorianspress.org/at-the-pulpit/part-2/chapter-20