Capítulo adicional 1

El privilegio de las hermanas

Sociedad de Socorro de Nauvoo

Nauvoo, Illinois

1842–1843


Elizabeth Ann Smith Whitney (1800–1882) fue nombrada por Emma Hale Smith como segunda consejera de la presidencia de la Sociedad de Socorro Femenina de Nauvoo el 17 de marzo de 18421. La hermana Whitney más tarde escribió: “El presidente José Smith tenía una enorme fe ende las hermanas, y siempre procuró alentarlas en el desempeño de las responsabilidades pertenecientes a estas sociedades, las cuales, decía él, no existían solo para propósitos benevolentes y desarrollo espiritual sino, en realidad, para salvar almas”2.

La experiencia de la hermana Whitney en labores de bienestar temporal y espiritual de otros santos comenzó mucho antes de la organización de la Sociedad de Socorro. Su esposo, Newel K. Whitney, y ella, vivían cómodamente en Kirtland, Ohio. Ella recordaba: “Teníamos un huerto y un jardín muy hermoso, todo diseñado y organizado conforme a nuestro propio gusto y talento… Siempre habíamos cultivado el hábito de recibir en casa con generosidad y hospitalidad a nuestros amigos y conocidos, pero después de recibir el Evangelio no deseábamos utilizar nuestros medios y nuestro tiempo de una manera que beneficiase solo a quienes poseían los recursos de este mundo en abundancia”3. Un año después de su conversión a la Iglesia a finales de 1830, Newel fue nombrado obispo en Kirtland, en diciembre de 1831, y la tienda de la familia Whitney se convirtió en el Almacén del obispo, donde los pobres recibían las provisiones necesarias4. Posteriormente él instituyó las “reuniones de ayuno”, pidiendo a los miembros de la Iglesia que se abstuvieran de algunas comidas y llevasen los alimentos que hubieran consumido al almacén del obispo para distribuirlos entre los necesitados. La celebración de reuniones de ayuno coincidía con “banquetes para los pobres”, una práctica que combinaba reuniones de bendición patriarcal con cenas caritativas5. En enero de 1836, la hermana Whitney preparó junto con Emma Smith un “suntuoso” banquete de tres días al que “los cojos, los lisiados y los ciegos fueron invitados conforme al mandato del Salvador”. José Smith asistió cada día “hablando, bendiciendo y consolando a los pobres con palabras de aliento y [su] muy bienvenida presencia”. Esta experiencia, en palabras de la hermana Whitney, fue “ciertamente un festín de gruesos tuétanos; un tiempo de regocijo que nunca olvidaremos”6.

Los Whitney hicieron planes para trasladar su tienda y a su familia a Misuri en el otoño de 1838. Enviaron provisiones por adelantado pero, mientras viajaban, recibieron la noticia de la expulsión de los mormones de Misuri. En su lugar, pasaron el invierno en Carrolton, Illinois, donde se enteraron de que sus propiedades en Misuri habían sido destruidas. En 1839 la familia se trasladó a Commerce (más tarde Nauvoo), Illinois. Vivieron en primera persona la miseria, la pérdida del hogar y de los ingresos, graves enfermedades y la muerte de hijos7. Al mismo tiempo, desarrollaron un sólido compromiso hacia la Iglesia y su doctrina, tal como queda patente en las palabras de la hermana Whitney a la Sociedad de Socorro que se reproducen aquí. Habiendo experimentado importantes manifestaciones espirituales en Kirtland, ella instó a las mujeres a promover su propio bienestar espiritual a fin de prepararse para recibir las ordenanzas del templo8. Cuando describió la época que la hermana Whitney pasó en Nauvoo, Emmeline B. Wells escribió: “Su sonrisa era tan dulce y su voz tan melodiosa como siempre, y las hermanas, perplejas en extremo con muchas cosas y a menudo sumamente probadas, acudían a la hermana Whitney en busca de consejo y compasión, y ninguna se iba con las manos vacías sino que, con sus bellas formas, ella las fortalecía en humildad y buenas obras, ayudando así a levantar las cargas que con frecuencia recaen pesadamente sobre las mujeres”9. Su experiencia tanto en la abundancia como en la necesidad la prepararon para poder dirigir a las mujeres de Nauvoo.

[24 de marzo de 1842]

Debemos orar mucho las unas por las otras, para que podamos tener éxito en la obra que tenemos por delante y recibamos sabiduría en todos nuestros afanes…

[19 de mayo de 1842]

La consejera Whitney… deseaba que esta sociedad llegara a ser más obediente al Evangelio al cumplir todos los mandamientos. Las exhortó a ser humildes y estar alertas. Que los dones y las bendiciones del Evangelio fueran nuestras si es que éramos halladas fieles y puras ante Dios, etc…

[26 de mayo de 1842]

La consejera Whitney hizo una exhortación a la humildad y al estado de alerta, etc… Se regocijó en el número de hermanas presentes que unían su fe a sus obras, en alusión a las donaciones que se acababan de recibir…10.

[23 de junio de 1842]

La consejera W. [Elizabeth Ann Smith Whitney] se levantó e instó a las hermanas a aspirar a una vida larga a fin de hacer el bien. Habló de la gloria que había de llegar, etc…

[16 de junio de 1843]

La consejera Whitney se levantó y dirigió la reunión diciendo que se sentía sola a causa de la ausencia de la presidenta, de quien había recibido instrucciones de que no solo atendiéramos las necesidades de los pobres, sino que echáramos también nuestras dos blancas para ayudar a los hermanos a construir la Casa del Señor11. Dijo que había sentido un profundo interés en este tema desde el día de reposo anterior, al escuchar las palabras del presidente Smith12. Deseaba que las hermanas expresaran sus sentimientos. Nuestra presidenta, la señora Smith, dijo que podíamos hablar con el comité del templo, y cualquier cosa que desearan y estuviera en nuestras manos, eso haríamos…13.

Luego, la consejera Whitney se dirigió a la sociedad para tratar el tema del deber que tienen las madres para con sus hijas de enseñarles a ser sobrias y a cultivar una sensibilización creciente de la necesidad de comportarse con decoro en la Casa del Señor. Las exhortó a instruirlas en amor, etc…

[15 de julio de 1843]

Luego se puso de pie la consejera Whitney, dijo que se regocijaba de que pudiéramos disfrutar del privilegio de relacionarnos para conversar sobre las cosas del reino, para consolarnos y edificarnos mutuamente mientras atravesamos este valle de lágrimas, e hizo muchas observaciones pertinentes. Dijo que cuán glorioso sería que pudiéramos obedecer una ley celestial y ser hechas aptas para el Reino Celestial14. Pidió a las hermanas presentes que liberasen sus mentes, ya que el Espíritu del Señor las dirigiría para que a todas se les dieran a conocer las necesidades de los pobres. Dijo que, aunque la presidenta Emma Smith se hallaba ausente, aun así pedía que la sociedad hiciese todo el bien que estuviese en sus manos. Lamentó su ausencia, etc…

La consejera W. volvió a hacer una serie de comentarios muy adecuados. Habló de las bendiciones que nos aguardaban si somos fieles en guardar el mandamiento concerniente a esas casas que se han de construir, etc…

La señora Whitney continuó. Dijo que la oración y la fe deben corresponderse con nuestros esfuerzos. Propuso que algunas orasen a tal efecto…

[21 de julio de 1843]

La hermana Whitney se puso de pie. Habló del privilegio de las hermanas. Esperaba que fuéramos una y nos sintiéramos libres de hablar de las cosas que más nos preocupaban, y nos percatáramos de las necesidades de los pobres…

[28 de julio de 1843]

La señora Whitney continuó con este tema. Se refirió a una de las revelaciones; dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos”15. El Señor confirma una y otra vez que a Él le complacen nuestros actos de caridad, etc…

Luego se levantó la consejera Whitney, y dijo que cuando vayan a aquellas personas que disponen de medios, les digan que son llamados a aliviar a los necesitados. Recurran a ellos. El Espíritu del Señor les bendecirá en ello y conmoverá el corazón de los ricos. Les moverá a hacer buenas obras. Tratemos nosotras de hacerlo…

[13 de agosto de 1843]

La consejera Whitney señaló con honda emoción que a ellas solo se les indicaba que hicieran lo poco que pudieran sin perjuicio para sí mismas, etc…

[15 de septiembre de 1843]

La hermana Whitney habló profundamente conmovida a la sociedad en cuanto a la necesidad de estar unidas en la fe, para que la enfermedad pueda ser apartada y las vidas prolongadas. Deseaba que la sociedad orase por la hermana Emma…

[14 de octubre de 1843]

La consejera Whitney se puso de pie. Dijo que se sentía feliz de reunirse de nuevo con la sociedad, pero que lamentaba que la hermana Emma no estuviera presente. Habló de las bendiciones que aguardaban a los santos. Exhortó a todas a ser fieles y humildes a fin de estar preparadas para las pruebas y las tentaciones que nos rodean.

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El privilegio de las hermanas, En el Púlpito, accessed 19 de abril de 2024 https://www.churchhistorianspress.org/at-the-pulpit/bonus-chapters/bonus-1