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Vamos a hacer algo extraordinario

Sociedad de Socorro de Nauvoo

Nauvoo, Illinois

1842–1844

Emma Hale Smith (1804–1879) conoció a su marido, José Smith, cuando este se hospedaba en la granja de sus padres en Harmony, Pensilvania, y se casaron el 18 de enero de 18271. Su suegra, Lucy Mack Smith dijo de Emma: “Nunca en mi vida he visto a una mujer capaz de soportar toda clase de fatigas y tribulaciones, mes tras mes, año tras año, con coraje, celo y paciencia inquebrantables, como Emma Smith lo ha hecho siempre”2. Emma Smith trabajó por un corto espacio de tiempo como escriba en la traducción del Libro de Mormón y ayudó a su esposo de otras maneras3. Por ejemplo, ella ayudó a preparar a los primeros misioneros para que prestaran servicio, y se reunía con las mujeres para orar por José Smith en Nueva York4. Años más tarde entregó una petición al gobernador de Illinois firmada por cerca de mil mujeres de Nauvoo, Illinois, que reclamaban protección para su esposo5. Ella abrió su casa a los enfermos, a los huérfanos y a otros visitantes6. Smith fue madre de once hijos: nueve biológicos y dos adoptados. Cuatro de sus hijos murieron al nacer o poco después, y dos murieron a corta edad7.

A principios de julio de 1830, poco tiempo después del bautismo de Emma Smith, José Smith dictó una revelación dirigida a su esposa, actualmente conocida como la sección 25 de Doctrina y Convenios. La revelación se refería a Emma Smith como “una dama elegida a quien he llamado”, y le decía que sería “ordenada… para explicar las Escrituras y para exhortar a la iglesia, de acuerdo con lo que [se] te indique”8. Su llamamiento se extendió aún más cuando fue elegida presidenta de la Sociedad de Socorro Femenina de Nauvoo, el 17 de marzo de 1842. En la primera reunión de la organización, José Smith leyó la revelación de 1830 explicando que, en el momento en que fue dada, la presidenta Smith había sido “ordenada… para explicar las Escrituras a todos, y enseñar a la sección femenina de la comunidad”. A continuación comparó a Emma Smith con la “señora elegida” de la que se habla en el Nuevo Testamento9. John Taylor llamó a Emma una “madre en Israel” y le dio instrucciones de cuidar al necesitado y ser un “modelo de virtud”, y de “presidir y dignificar su oficio” al enseñar principios correctos10. Aunque Emma Smith solo se reunió con la sociedad doce veces en 1842 y cuatro en marzo de 1844, su liderazgo fue crucial para dar forma a la organización. Las mujeres Santos de los Últimos Días no formaban automáticamente parte de la Sociedad de Socorro en los primeros días de la organización; se requería que enviaran una solicitud que probara su dignidad y su dedicación a la Iglesia. Emma dirigía las tareas de reclutamiento de miembros, fomentaba la unidad e instruía a las mujeres en la compasión y el cuidado de los pobres. Los discursos públicos de Emma Smith establecían un modelo para las mujeres Santos de los Últimos Días, las cuales recurrían a la revelación de 1830 —que declaraba que su exhortación a Emma era también la “voz [del Señor] a todos”— como argumento para sus propios ministerios11.

Emma Smith también cumplió su responsabilidad de “[andar] por las sendas de la virtud”, tal como indicaba la revelación de 183012. Las corrientes nacionales de pureza y los grupos de reforma moral constituidos en aquellos días por mujeres en todo el país servían para inculcar la virtud y defender la castidad y la fidelidad conyugal13. La Sociedad de Socorro le proporcionaba a Emma el espacio público para su cruzada en defensa de la virtud y para promover la reforma moral. Al mismo tiempo, José Smith presentaba en privado a un pequeño grupo de Santos de los Últimos Días el principio del matrimonio plural14.

Aunque la Sociedad de Socorro de Nauvoo funcionaba con un formato de mesa redonda más que como foro para los tradicionales sermones, las palabras de Emma Smith, de las cuales aparecen aquí unos fragmentos, muestran su capacidad de liderazgo. Incluso durante la última reunión de la Sociedad de Socorro de Nauvoo mantuvo Smith su sentido de autoridad espiritual, exhortando a las mujeres a arrepentirse a medida que se fortalecían unas a otras y practicaban la caridad15.

[17 de marzo de 1842]

La presidenta Emma Smith dijo que vamos a hacer algo extraordinario. Cuando un barco se atasque en los rápidos con una multitud de mormones a bordo, consideraremos eso un llamado de auxilio16; esperamos oportunidades extraordinarias y llamamientos apremiantes…

Luego se levantó la presidenta E. Smith y procedió a decir unas pertinentes palabras sobre el propósito de la sociedad, sus deberes hacia otras personas, así como los deberes de las unas hacia las otras, es decir, salir en busca de los afligidos y darles alivio, que cada miembro debe tener la ambición de hacer el bien, que deben ser sinceras en sus tratos las unas con las otras, velar por la moralidad y tener mucho cuidado con la fama y la reputación de las hermanas de la institución, etc.

[24 de marzo de 1842]

La presidenta E. Smith se levantó a continuación y dijo que debe prestarse una cuidadosa atención a las medidas para promover la unidad en esta sociedad. Que cada hermana debe ser sostenida en completa hermandad. Como sociedad, esperaba que se despojaran de toda envidia y malos sentimientos de unas hacia otras, en caso de que tales cosas existieran. Que nuestra conducta debía ser respetable, aquí y en cualquier otro lugar. Dijo que se regocijaba por el panorama que veía ante ella…

La presidenta E. Smith dijo que nadie tiene por qué tener reparos en cuanto a los interrogantes sobre esta sociedad. No hay nada que sea privado. Sus objetivos son puramente benéficos…, sus objetivos son caritativos; nadie puede resistirse a contar lo bueno ni debe ocultar lo malo. Ella esperaba que todas se sintiesen en la obligación de observar esta norma… Dijo que era el deber de cada persona averiguar cuál es la situación del pobre y transmitir una idea real de su estado… De este modo debemos ayudarnos las unas a las otras…

[31 de marzo de 1842]

La presidenta E. S. dijo que íbamos a aprender cosas nuevas. Nuestro camino era claro. Dijo que no queríamos a nadie en esta sociedad sino a aquellas que pudieran y fueran a caminar en rectitud, y estuvieran decididas a hacer lo bueno…

[14 de abril de 1842]

La presidenta E. Smith se levantó y tomó la palabra… Su deseo era hacer lo bueno. Deseaba que todos los miembros de esta sociedad la ayudasen. Dijo que era necesario comenzar en el hogar, extirpar todo mal de nuestro propio corazón y advertir a quienes deseaban unirse a nosotras que vinieran con la idea de despojarse de todo error y de unirse para desenmascarar la iniquidad, buscarla y erradicarla. Dijo que la sociedad tenía otros deberes que atender, aparte de ocuparse de las necesidades del pobre. Exhortó a las hermanas a comportarse de modo que tuvieran el honor de comenzar una buena obra y completarla, e insistió en la necesidad de caminar de una manera que Dios aprobaría…

La presidenta Smith apeló a continuación a quienes, si estaban presentes, conocían casos de pobres que se pudieran analizar.

[19 de mayo de 1842]

La señora presidenta continuó exhortando a todas las que habían errado a arrepentirse y abandonar sus pecados. Dijo que las fuerzas de Satanás estaban contra esta Iglesia. Que todos los santos debían estar en sus puestos…

[27 de mayo de 1842]

La presidenta E. Smith se levantó y se dirigió a la congregación. Dijo que todas deben tener gracia para sí mismas… Recalcó la necesidad de estar unidas en hacer el bien a los pobres…

[23 de junio de 1842]

La señora presidenta dijo que se regocijaba al ver la creciente unidad de la sociedad. Esperaba que viviésemos siendo justas ante Dios, entre nosotras y ante el mundo… Dijo que no teníamos nada que hacer excepto temer a Dios y guardar los mandamientos y que, al hacerlo, prosperaremos.

[4 de agosto de 1842]

La señora presidenta se levantó y habló a la sociedad en cuanto a la necesidad de estar unidas entre nosotras. Dijo que vendrán suficientes dificultades del exterior sin promover entre nosotras contiendas, aspereza y malos sentimientos de unas hacia otras, etc.

Podríamos gobernar a esta generación de una manera, si no de otra. Si no por el fuerte brazo del poder, podemos hacerlo por la fe y la oración17. Dijo que creía que, si tratamos de vivir con rectitud, no seremos movidas18.

La señora presidenta continuó diciendo que Dios sabe que tenemos una obra que realizar en este lugar. Hemos de velar y orar, y tener cuidado de no agitar lo sentimientos y de no hacernos enemigas las unas de las otras, etc.

[16 de marzo de 1844]

La señora presidenta se levantó y tomó la palabra para hablar en cuanto a la necesidad de estar unidas y fortalecernos mutuamente las manos a fin de poder hacer mucho bien entre los pobres… Debemos proteger con un manto de caridad a los que se arrepientan y no pequen más… Aconsejó a todas que se sujetasen al Libro de Mormón y Doctrina y Convenios… También las exhortó a cuidar de los pobres.

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Vamos a hacer algo extraordinario, En el púlpito, accessed 13 de octubre de 2024 https://chpress-web.churchhistorianspress.org/at-the-pulpit/part-1/chapter-3?lang=spa

Notas al pie de página

  1. [1]Richard Lyman Bushman, Joseph Smith: Rough Stone Rolling, Nueva York: Alfred A. Knopf, 2005, pág. 53.

  2. [2]Lucy Mack Smith, History, 1845, pág. 190, Biblioteca de Historia de la Iglesia (CHL, por sus siglas en inglés).

  3. [3]Mark L. Staker, “‘A Comfort unto My Servant, Joseph’: Emma Hale Smith (1804–1879)”, en Women of Faith in the Latter Days, Volume One, 1775–1820, editado por Richard E. Turley Jr. y Brittany A. Chapman, Salt Lake City: Deseret Book, 2011, págs. 353–356.

  4. [4]Smith, History, 1845, págs. 189–190; John S. Reed, “Some of the Remarks of John S. Reed, Esq., as Delivered before the State Convention”, Times and Seasons, tomo V, nro. 11, 1 de junio de 1844, pág. 551.

  5. [5]Nauvoo Female Relief Society, Petition to Governor Thomas Carlin, aprox. 22 de julio de 1842, Biblioteca de Historia de la Iglesia, en Jill Mulvay Derr, Carol Cornwall Madsen, Kate Holbrook y Matthew J. Grow, editores, The First Fifty Years of Relief Society: Key Documents in Latter-day Saint Women’s History, Salt Lake City: Church Historian’s Press, 2016, pág. 136–141.

  6. [6]Lucy Mack Smith, History, 1844–1845, 18 libros, libro 14, pág. 5; libro 15, pág. 12, Biblioteca de Historia de la Iglesia; Linda King Newell y Valeen Tippetts Avery, Mormon Enigma: Emma Hale Smith, 2ª ed., Urbana: University of Illinois Press, 1994, págs. 84–90, 132.

  7. [7]Staker, “A Comfort unto My Servant, Joseph”, pág. 345.

  8. [8]Doctrina y Convenios 25:3, 7.

  9. [9]Véase 2 Juan 1:1.

  10. [10]Nauvoo Relief Society Minute Book, 17 de marzo de 1842, págs. 8–9, en Derr et al., First Fifty Years, págs. 32–33. En el original en inglés, “presidentess” [traducido aquí como “presidenta”] era un término que se utilizaba para referirse a la mujer que presidía. Para ver una explicación de la palabra ordenar, véase Derr et al., First Fifty Years, págs. XXXI–XXXIV.

  11. [11]Doctrina y Convenios 25:16.

  12. [12]Doctrina y Convenios 25:2.

  13. [13]Mary P. Ryan, “The Power of Women’s Networks: A Case Study of Female Moral Reform in Antebellum America”, Feminist Studies, tomo V, nro. 1, primavera de 1979, págs. 66–85; Lori D. Ginzberg, Women and the Work of Benevolence: Morality, Politics, and Class in the Nineteenth-Century United States, New Haven, CT: Yale University Press, 1990, págs. 113–114.

  14. [14]Véanse Derr et al., First Fifty Years págs. 97–99, 142–144; Glen M. Leonard, Nauvoo: A Place of Peace, A People of Promise, Salt Lake City: Deseret Book, 2002, pág. 226; Bushman, Rough Stone Rolling, págs. 460, 494–499; y Newell y Avery, Mormon Enigma, págs. 96, 142–147, 151–156.

  15. [15]En aquella reunión, Emma Smith “las exhortó a purificar sus corazones y sus oídos… También las exhortó a cuidar de los pobres… y dijo que, si alguna vez hubo autoridad alguna sobre la tierra, ella la había recibido, y todavía la tenía”. (Nauvoo Relief Society Minute Book, 16 de marzo de 1844, págs. 125–126, en Derr et al., First Fifty Years, págs. 130–131).

  16. [16]Los “rápidos” hacen referencia a los rápidos de Des Moines (también denominados Lower Rapids), un tramo de dieciocho kilómetros (once millas) del río Misisipí justo al norte de Keokuk, Iowa, donde el río tenía una caída de unos siete metros (veintidós pies). Durante los meses de bajo caudal, esos rápidos eran intransitables para los barcos de vapor, y durante otros muchos meses podían ser traicioneros. (Louis C. Hunter, Steamboats on the Western Rivers: An Economic and Technological History, Nueva York: Dover, 1993, pág. 188).

  17. [17]Véanse Deuteronomio 9:29; y Doctrina y Convenios 123:6.

  18. [18]Esto puede ser una referencia a la expulsión de los santos de Misuri en 1839, y la esperanza de no ser expulsados también de su actual emplazamiento en Nauvoo.